Hola, soy yo otra vez: Yami.
Para quienes recién llegan, soy esa que siempre tiene algo para decir; y para quienes ya me conocen, la misma de siempre, pero un poquito distinta. Porque crecí. Porque cambié. Porque aprendí. Y quizás, escribir también sea otra forma de volver.
Desde la última vez que escribí pasaron muchas cosas, pero nunca se me fueron las ganas. Siempre hubo un tema en mi cabeza, una emoción latiendo fuerte, palabras esperando salir. Y acá estoy: volviendo. Porque cuando las palabras llaman, siempre hay que atender.
Y en este regreso, miro hacia atrás y veo un tiempo de crecimiento. De lecciones que dolieron, pero que también me hicieron agradecer. De miradas que me hicieron pensar y de otras que me hicieron sentir. Porque, aunque el tiempo pase, hay gestos que se quedan grabados en la piel. Y al final, lo que miramos también nos mira de vuelta.
Así entendí que no fueron solo miradas: también fueron pieles. Pieles que toqué y pieles que me tocaron, haciéndome sentir viva. Abrazos que amé y momentos que disfruté. Quizás de eso se trate la vida: de volver a sentir todo como si fuera la primera vez. Y qué regalo es poder volver a sentirnos vivos, una y otra vez.
Claro que no todas las personas siguen en nuestro viaje. Sin embargo, agradezco cada presencia porque sin ellas no habría descubierto que la magia siempre estuvo en mí. Para alguien puede ser mágico conocernos, escucharnos por primera vez, o simplemente compartir un ratito. Tal vez, la verdadera magia sea darnos cuenta de que la llevamos puesta desde siempre.
Y aunque hay lugares y personas a los que me encantaría volver, me quedo con el cariño de lo que fue y la alegría de que haya pasado. Como dice la frase: “No llores porque se terminó, sonríe porque sucedió”. Porque cada sonrisa es también una forma de volver a empezar.
Entonces recuerdo que fui feliz porque sucediste. Así, tan espontáneo, tan imprevisto. Como se dan las cosas buenas, sin planearlas. Y aunque trate de seguir, estás ahí, porque hay huellas que no se borran: simplemente se convierten en parte del camino.
Quizás por eso, una frase de la canción "Túnel de la vida" de El Plan de la Mariposa, me resuena tanto y la asocio con vos: “al parecer hay una luz en el túnel de la vida… En la mía fuiste vos salvándome la mía”. Yo estaba rota cuando te dejé entrar. Y vos entraste. Me viste. Y sé que no fuiste uno más. Nunca lo fuiste. Porque a veces basta una sola persona para que lo roto vuelva a brillar.