Hay amor en el beso que te da tu mamá, antes de que vuelvas a viajar. Hay amor en todo el trayecto que hace tu papá para dejarte en esa terminal y más cuando dice "cuídate".
Existe el amor que motiva... Motiva a levantarte todos los días para seguir aunque no siempre todo este genial. El amor a todo trabajo que hagas y más aún cuando, la vida, te da la oportunidad de transmitirlo.
Cuando siento que no puedo con todo, me acuerdo de que en casa tengo amores esperándome para llenarme la ropa de pelitos. Amores incondicionales con el nombre de hermanas y amigos esperando para compartir una tarde de mates, rondas de tereré, una cerveza en algún balcón, charlas, un baile y alguna que otra comida.
También es amor, todo eso que no tocamos pero fuimos tan privilegiados en poder contemplarlos y sentirlos: como el rayo del sol que te pega en la cara, escuchar la lluvia, ver un atardecer, un eclipse, pedir deseos después de una estrella fugaz, el arcoiris, el olor a flor de coco en diciembre recordándonos que se asoma la navidad (la mejor época del año, siempre) , cuando las abejas empiezan su trabajo de polinización y, la más linda, cuando un picaflor se acerca a tu casa (sí, creo en esa historia de que es ese ser querido que te avisa que esta bien).
Creo que siempre la respuesta está en el amor. Nos volvemos a armar por amor, pero amor a nosotros mismos.
Es ahí que, indudablemente, volvemos con todo. Y, después de todo, es como lo dijo Fito: "nadie puede, nadie debe vivir sin amor"
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